2. Enfermedades transmisibles que originan disfunciones orgánicas y alteraciones en la calidad seminal

Las disfunciones orgánicas producidas por agentes transmisibles están causadas por efecto directo del patógeno sobre el aparato reproductor, al multiplicarse en el mismo y causar daño tisular, dificultando la habilidad copulatoria o alterando la calidad espermática (Jubb, 1985; Van Camp, 1997). Estas enfermedades pueden ser detectadas en la valoración física de los órganos del aparato reproductor del toro, aunque se considera necesaria la confirmación del diagnóstico mediante las pruebas de laboratorio correspondientes. A continuación, se describen los principales agentes que originan disfunciones orgánicas y alteraciones en la calidad seminal.

2.1. Prepucio y pene

2.1.1. Abscesos

Los abscesos prepuciales ocurren frecuentemente en la porción libre del pene o en la unión del prepucio y pene, pudiendo producir adherencias en pene/prepucio o estenosis prepucial, ocasionando problemas en la movilidad y exteriorización del pene. Están causados normalmente por Trueperella pyogenes (denominado antiguamente Arcanobacterium pyogenes; Figura 2), bacilo que se encuentra como habitante normal en la mucosa genital.

 

Figura 2. Absceso en el pene de un toro, producido por T. pyogenes (Cortesía de Carlos Campero)

2.1.2. Papilomas

El fibropapiloma peneano es un tumor benigno causado por papilomavirus (Familia Papillomaviridae), siendo más frecuente en toros jóvenes (Figura 3) y raro en toros mayores de tres años. El virus penetra a través de abrasiones del epitelio del pene provocadas por la monta, principalmente entre toros. También puede transmitirse por medio de fómites contaminados. El papiloma puede ser simple o múltiple, con forma de coliflor o múltiples masas. Se puede localizar en la porción libre del pene o en el prepucio. Los papilomas pueden afectar a la fertilidad del toro ya que pueden provocar fimosis o parafimosis (según su tamaño), sangrado, fístulas o impedir la copulación por el dolor que producen. Si bien, a veces regresa por sí mismo, otras veces persiste en el tiempo y es necesario su eliminación por cirugía, electrocauterización o criocauterización.

Figura 3. Papilomas en el pene de un toro de dos años (Cortesía de Carlos Campero)

 

2.1.3. Miasis

Las larvas de moscas (ej. Wohlfahrtia magnifica) se localizan en heridas especialmente en partes del cuerpo difícilmente accesibles, como el prepucio (Figura 4), produciendo una inflamación en la zona, que impide la cópula por la molestia que le produce al animal. A veces las lesiones son irreversibles y los tejidos dañados son susceptibles a reinfecciones. Son frecuentes en épocas y zonas calurosas.

 

Figura 4. Prepucio de un toro con miasis

 

2.1.4. Balanopostitis

La inflamación del pene se denomina balanitis y la inflamación del prepucio postitis, por lo que la inflamación de ambas estructuras se denomina balanopostitis. Este proceso impide la cópula por el dolor que ocasiona en el animal. En otras ocasiones, las adherencias impiden la exteriorización del pene. En el ganado bovino, entre las causas bacterianas de la balanopostitis se ha descrito a Mycobacterium bovis que produce una lesión granulomatosa en el pene y a la enfermedad venérea granular producida por Histophilus spp. La presencia de T. pyogenes, considerado como patógeno oportunista, se asocia a casos de balanopostitis supurativa. Sin embargo, la causa más importante de la balanopostitis pustular infecciosa en el toro es la producida por el herpesvirus 1 bovino.

2.2. Escroto

2.2.1 Dermatitis escrotal

La función del escroto no es sólo de protección del testículo, sino que también forma parte de la termorregulación del mismo, manteniendo su temperatura testicular 2-7 °C por debajo de la temperatura corporal. Por lo tanto, aquellas causas de naturaleza transmisible que originen una inflamación en el escroto van a dar lugar a una alteración en el sistema de termorregulación. En los casos de inflamación grave, se puede alterar la espermatogénesis, ya que se produce una hipertermia y degeneración testicular. El contenido escrotal suele ser doloroso y turgente en los procesos agudos de dermatitis. Cuando la inflamación se prolonga en el tiempo y el grosor de la piel es mayor de 1 cm, el pronóstico es desfavorable, produciéndose una degeneración testicular avanzada. En estos casos el animal puede quedar estéril.

Entre las causas infecciosas responsables de dermatitis escrotal en el bovino, destacan algunas infecciones parasitarias, como las producidas por Besnoitia besnoiti (protozoo) que finaliza con una hiperqueratosis (Figura 6), Chorioptes bovis (ácaro), Haematopinus eurysternus y Linognathus pedalis (piojos) e infecciones por hongos como las causadas por Dermatophilus congolensis.

 

Figura 6. Hiperqueratosis del escroto y periné (Cortesía de Javier Carvajal)

 

2.3. Testículos y epidídimo

2.3.1. Orquitis y epididimitis

En el toro se han descrito numerosos microorganismos, tanto bacterias (T. pyogenes, H. sommus, Salmonella, Streptococcus, Staphylococcus, Brucella abortus, Chlamydiae, Mycobacterium y Leptospira), como protozoos (B. besnoiti). Históricamente la brucelosis y la tuberculosis han sido las principales causas de orquitis en el toro, pero hoy en día tienen muy poca importancia como causa de este proceso, debido a que estas enfermedades se han controlado en España, gracias a las campañas de control y erradicación. Por su parte, T. pyogenes suele ser uno de los agentes más comúnmente aislados y, en el momento actual, B. besnoiti es una causa frecuente de orquitis en zonas donde la enfermedad está presente (ver apartado 4.1.). También se han descrito casos de orquitis asociadas a infecciones víricas que causan arteritis, como sucede con los virus de la lengua azul y de la fiebre catarral maligna.

El agente puede alcanzar el testículo por vía hematógena, a través de heridas de la piel, por extensión de una infección adyacente o por la vía urinaria. La infección e inflamación aguda del testículo, de sus envolturas serosas y del epidídimo, provoca engrosamiento y adherencias de las serosas parietal y vaginal, obstrucción del epidídimo, degeneración y atrofia del testículo y la consiguiente subfertilidad o esterilidad. Después de algún tiempo (estado crónico), el testículo disminuye de volumen, se torna duro, insensible al dolor y se produce su degeneración y atrofia. En el eyaculado se observa volumen y concentración disminuida, y en ocasiones, aspermia, azoospermia, necrospermia, aglutinaciones aumentadas y motilidad disminuida, aumento de formas anormales especialmente de acrosoma y cabezas sueltas. Los signos clínicos que presenta el toro durante la fase aguda consisten en un aumento de la temperatura corporal, pérdida de apetito, bolsa escrotal aumentada de volumen, caliente al tacto, edematosa y con dolor. En algunos casos, el testículo se transforma en una enorme bolsa de pus y tejido necrosado. La orquitis puede ser unilateral o bilateral y puede ir acompañada de periorquitis y epididimitis. A la palpación se observa un aumento del tamaño de la cola del epidídimo si éste está afectado.

El pronóstico es muy grave si no se instaura un tratamiento adecuado, ya que es raro que el testículo pueda regenerar en su totalidad su actividad funcional. Sin embargo, en casos que evolucionan bien, el apetito sexual puede reaparecer y la fertilidad restablecerse al cabo de dos o tres meses.

2.4. Glándulas accesorias

2.4.1. Seminovesiculitis

Revisado en: Cavalieri & Van Camp (1997); Hull & Vogel (2008) y Martinez et al. (2009).

La seminovesiculitis es la enfermedad más común de las glándulas accesorias del aparato reproductor del toro. Se define clínicamente como una condición en la cual a la exploración rectal se encuentran cambios palpables en las vesículas seminales debido a un proceso inflamatorio agudo o crónico. Se acompaña de presencia de pus en el semen, una alteración de su calidad y una disminución de la fertilidad. La inflamación de las vesículas seminales se asocia frecuentemente con epididimitis, orquitis, prostatitis o adenitis bulbouretral, por lo que se conoce con el término de síndrome de vesiculitis seminal.

La inflamación de las vesículas seminales en el toro ha sido una preocupación de los veterinarios clínicos desde hace mucho tiempo, siendo una de las enfermedades genitales más importantes en el toro. La presencia de vesiculitis se ha observado en el 0,85-10% de los toros sometidos a evaluación de aptitud reproductiva, aunque también se han descrito prevalencias del 49% en algunos estudios realizados en Estados Unidos. La edad parece ser un factor predisponente siendo más frecuente en toros jóvenes y toros mayores de 9 años.

Existen numerosos agentes que causan vesiculitis, principalmente bacterias como T. pyogenes, H. somni, Staphylococcus, Streptococcus, Escherichia coli, Mycoplasma bovigenitalium, Mycoplasma bovis, Ureaplasma diversum, Mycobacterium bovis, Mycobacterium paratuberculosis Leptospira interrogans serovariedad Hardjo, Chlamydiae, Proteus mirabilis, etc. Como se ha mencionado anteriormente, B. abortus fue en su día una causa importante de este proceso pero, debido a las campañas de control y erradicación en nuestro país, su significación es irrelevante a día de hoy. El herpesvirus 1 bovino también puede infectar las glándulas accesorias del toro.

La infección de las glándulas vesiculares puede ocurrir por el ascenso del patógeno por el tracto genitourinario, por el descenso desde el tracto urinario o reproductivo superior, por vía hematógena o por la invasión directa desde algún órgano cercano, dando lugar a una inflamación que puede ser bilateral o unilateral. En un estudio postmortem, se ha encontrado que el 50% de los toros con adenitis vesicular tuvieron problemas de origen no reproductivo como endocarditis, bronconeumonía, poliartritis y reticuloperitonitis traumática, siendo la vía hematógena la responsable de la infección de las glándulas vesiculares. Los toros, especialmente, de un año y en preparación para la venta o para exposiciones, se mantienen con raciones con un alto contenido en energía, similares a los animales de engorde, y tienen predisposición a padecer procesos de acidosis ruminal. Al existir una barrera ruminal deteriorada debido a la inflamación, las bacterias acceden a la circulación sanguínea, llegando a las vesículas seminales. En este caso, la infección de las glándulas sería el resultado de una bacteriemia secundaria a una ruminitis, que en muchos casos es subclínica.

Los toros afectados pueden tener signos clínicos consistentes en fiebre, anorexia, arqueamiento de la columna, pueden mostrarse reacios a moverse, presentar dolor durante la defecación, eyaculación o palpación rectal, y los nódulos linfáticos inguinales pueden estar aumentado de tamaño. En animales con una inflamación crónica, pueden existir fístulas en el recto, uréteres o cavidad peritoneal. No obstante, en muchos casos no hay signos clínicos evidentes y la enfermedad es detectada solamente cuando los toros se someten a una evaluación de su aptitud reproductiva. El eyaculado suele presentar una apariencia purulenta, decolorado, con presencia de sangre, y un pH aumentado (7,2). Microscópicamente, la morfología de los espermatozoides suele ser normal y se observa un elevado número de leucocitos, principalmente neutrófilos.

Para confirmar el diagnóstico puede realizarse palpación rectal, ecografía, examen del eyaculado, y aislamiento bacteriano a partir del semen. En los casos de inflamación crónica se puede notar a la palpación rectal, que las glándulas pierden sus lobulaciones y se encuentran duras al tacto. Si hay abscesos se notan fluctuantes y cuando la inflamación es aguda, puede presentarse dolor al tacto.

El tratamiento de la vesiculitis es difícil. Se han probado diversos protocolos con antibióticos (penicilina, ceftiofur, florfenicol, tilcomisina y tulatromicina), siendo la tilmicosina y tulatromicina los más recomendados. Por su parte, el porcentaje de recuperación de los toros tratados con tulatromicina (88%) fue mayor que con tilcomisina (48%; Rovay et al., 2008). También se puede optar por la aplicación de antibióticos de forma intraglandular (ceftiofur + penicilina; Rovay et al., 2008). En los casos de inflamación aguda, se recomienda el uso de antinflamatorios y la aplicación de láser frío para acelerar la cicatrización y estimular el drenaje en la zona. Sin embargo, el tratamiento quirúrgico parece ser la mejor elección aunque hay una serie de efectos adversos que deben tenerse en cuenta. Por lo tanto, el pronóstico de recuperación para esta enfermedad no es bueno y sólo se recomienda el tratamiento en toros jóvenes o de gran valor. Algunos toros, fundamentalmente los jóvenes, se recuperan espontáneamente.

A continuación, se describen las características de la seminovesiculitis producida por T. pyogenes, Ureaplasma y Mycoplasma.

 

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